Las bodegas buscan vías para diferenciarse -entre las miles de enseñas existentes- con vinos con nombres divertidos, fáciles de beber y de entender, alejados de etiquetas y "gurús", y de gran aceptación entre los compradores que buscan vinos "desenfadados", los jóvenes y los "experimentales". "Ola K ase", "Gran Cerdo", "Cojón de Gato", "Teta de Vaca", "Ojo de Liebre" y "María de la O" son algunos ejemplos de ello