Más allá del rechazo o el apoyo que puedan suscitar las medidas de austeridad o las reformas, la huelga del miércoles en España deja claro que los sindicatos ya no tienen capacidad para parar el país. Si en el año 88, la demanda de electricidad caía 34%, en esta apenas se redujo 11%. Los sindicatos defienden que esta baja se ha concentrado en la industria. Pero, lejos de respaldar su tesis de que la huelga ha sido un triunfo, apunta hacia cambios sociales que han dejado obsoletas a las centrales sindicales.