«Cada tres días me dejo 70 euros para llenar mi depósito, esto ya es exagerado». Así de rotundo se muestra Gabriel, un taxista que, como todos los profesionales del sector, está asistiendo al máximo histórico del precio de la gasolina, con una mano en el volante y otra en la cartera. «He pasado de gastarme 400 euros al mes en gasolina a 600, en tan sólo dos años. La gasolina es nuestra ruina», cuenta Darío, un repartidor, cuyo colectivo también se está viendo dañado por el aumento del combustible.