De un extremo de la medicina, a otro completamente opuesto, del placer al horror, hoy hablaremos sobre esos lugares del mundo, que inspiran temor aunque no haya en ellos ningún signo atemorizante. Aunque estén limpios y pulcros, organizados y llenos de personal de confianza, los manicomios siempre hielan los huesos, quizás por aquello del miedo a perder la mente, de hallarnos presos en los rincones más oscuros de nuestra propia cabeza, envueltos en alguno de los fatídicos padecimientos que azotan la psiquis humana. Tal vez se quiera culpar al …