La obsesión de un hombre brasileño por encontrar oro ha acabado terminando con su vida. Joao Pimenta da Silva, vecino del municipio de Ipatinga, en el Estado brasileño de Minas Gerais, soñó con un espíritu que aseguraba que bajo su vivienda había oro, lo que le llevó a cavar un pozo en su cocina de 40 metros por el que ha terminado cayendo y falleciendo. Según ha explicado un vecino de da Silva al medio brasileño G1., da Silva pasó más de un año cavando el pozo y llegó a contratar a varias personas para su excavación.

Es un foso de ocho pies de profundidad cuyo interior se pintó con Vantablack y parece un círculo negro bidimensional pintado en el piso del museo. Puedes adivinar lo que pasó después. Un visitante de 60 años (probablemente el tipo de persona que no puede pasar por un letrero de "pintura húmeda" sin meter el dedo en lo que sea a lo que se refiere el letrero) ignoró las señales de advertencia y se metió en el hoyo, cayendo ocho pies hasta el fondo del hoyo. Fue hospitalizado, tratado por lesiones menores y puesto en libertad.