El taxista habanero Miguel Ernesto, que maneja de Santiago de Las Vegas a Centro Habana, no se esconde para opinar sobre la obesidad en Cuba: “A los gordos es mejor evitarlos. Yo sé de rutas en las que les cobran según su peso, pero yo prefiero ni recogerlos. Voy por la calle escogiendo a los pasajeros. En mi carro solo hay lugar para los flacos”.