Un gato logró sobrevivir en Nueva Zelanda, gracias a que recibió la sangre de un perro, un caso muy extraño de transfusión entre especies. Tras ingerir veneno para ratas, el gato, llamado Rory, tuvo que ser trasladado de urgencias a una clínica veterinaria de la ciudad. De acuerdo con Kate Heller, la veterinaria que lo atendió, el animal empeoraba por momentos y necesitaba una transfusión de sangre urgente, por lo que no había ni siquiera tiempo para analizar el grupo sanguíneo al que pertenecía el felino.