La tierra (o Tierra) nos llama. Nos encorvamos con la edad, la gravedad es constante y costumbre, los pies pesan en ocasiones, nos escondemos en la oscuridad, surgimos de las cuevas, nos convertiremos en polvo... Todo apunta a una misma dirección. Por eso se inventó el Cielo, como esperanza alternativa no demostrable que nos haga creer que alguna vez se podrá habitar lo azul. Aunque de alcanzarlo, este mundo es circular, y por muchas vueltas se sigue estando en la tierra (o Tierra).