Siguiendo la técnica de Apple, la sección de Marketing de la compañía decidieron que el café que sirvieran en sus tiendas debería ser malo. Basado en el efecto Knog-krissinski, el esfuerzo por tomárselo a la vista de los viandantes, junto con el estímulo positivo de haberlo conseguido, hace que el cliente se identifique con la marca.