Da igual que hablemos de cristianismo, islamismo o judaísmo y sus distintas escuelas, sectas o interpretaciones particulares. Todas esas fes monoteístas se resisten a irse de la plaza pública que ocupan por derecho divino, utilizando la ignorancia o la tradición o la cultura ancestral como vehículos para continuar sometiendo a la gente llana y a sus feligreses más militantes a los intereses ocultos de las clases poseedoras. Criticar la religión es tabú; la irracionalidad de las emociones religiosas liga a los creyentes más desaforados a sus doctrinas y a sus representantes más señeros de una…