Wu Xuesong, un profesor en esta ciudad junto al río Yangtze, cuenta que duplicó su dinero con un apartamento que compró como inversión hace unos años y que tiene saldo positivo con un segundo. ¿Compraría un tercero? Ni pensarlo. Wu abre una ventana del comedor y apunta a la sombra oscura de un nuevo edificio de apartamentos, donde hay sólo un puñado de luces encendidas. "Nadie vive allí", señala.