El consumo de carne ha sido siempre la fuente principal para dotar a nuestro organismo de proteínas en las dietas occidentales, lo cual confirma que en otro tipo de dietas estas proteínas se adquiere a través de otros ingredientes.
Además de lo cancerígeno o no de la carne, habría que añadir la sostenibilidad del planeta en el que vivimos en relación a la explotación ganadera o, mejor dicho, sobre explotación.