Un buen vino puede ser reconocido por las características simples. En la copa se debe ver transparente sin turbidez o partículas en suspensión.
La superficie irradia los reflejos de luz, que debe ser visible claramente. Una vez que el vino se decanta o se vierte en la copa, debe disipar todas las partículas presentes en el suelo. Si este no es el caso, es de baja calidad, de la misma forma puede ser de almacenamiento o filtración inferior.
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