(...) El blanco, tan útil en invierno, es un gran problema cuando las nieves se retiran. Sin nieve, el animal de pelaje blanco parece un farolillo, exponiéndolo a los depredadores, o delatando al depredador antes de que pueda acercarse lo suficiente a su presa. Por eso, a lo largo de la evolución, los tiempos de muda de las especies se han ido sincronizando con las estaciones, reduciendo, en lo posible, el desajuste de colores entre el animal y el ambiente. El cambio climático sin embargo está alterando estos ciclos.