DOOM, 30 años después de su estreno original, sigue siendo, junto a Wolfenstein, uno de los principales responsables de que el género shooter sea lo que es hoy día. Entre los programadores existe un reto que consiste en conseguir que DOOM se pueda jugar en cualquier sitio. Cuando decimos cualquiera es incluso con una calculadora con energía de patata. Pero es que ahora, si quieres, puedes jugarlo en una cortacésped.

De acuerdo, el primer FPS de 1992 no es una novedad para ti, pero la gente en Alemania no ha podido comprar el juego desde que se prohibió la venta en 1994 por la inclusión de símbolos nazis. Esa prohibición, y una posterior en la expansión del juego de 1997, Spear Of Destiny, finalmente se levantó en 2019. Pero los jugadores alemanes aún no podían tener en sus manos los juegos porque el Unterhaltungssoftware Selbstkontrolle (Autorregulación de software de entretenimiento, o USK) de Alemania no les había dado una clasificación de edad.

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Pocos se imaginaban a principios de los 90 que aquel conjunto de píxeles de cabellera rubia y gesto desabrido se acabaría convirtiendo en un fenómeno de masas tan sólo cinco años después. Así llegaba al mundo del ocio electrónico Duke Nukem, personaje creado por el mítico estudio Apogee que en sus comienzos pasó sin pena ni gloria, ajeno a lo que estaba por venir. No tanto su nombre, que fue motivo de modificaciones hasta en dos ocasiones.

Ambos juego usaban trucos para hacer creer al usuario que estaba jugando en un entorno 3D cuando solamente estaba jugando a un shooter de perspectiva cenital.

¿Qué puede ser más impresionante? ¿El hecho de que Wolfenstein haya sido implementado en 600 líneas, o que haya sido escrito en AWK?