Lo cierto es que a OpenAI, creadora del popular ChatGPT, ha tenido que ceder a la presión de su plantilla. El 97% de los trabajadores había dado un ultimátum a la junta directiva: o regresaba Sam Altman, el anterior presidente ejecutivo, o abandonarían la compañía. Incluso algunos de los que estaban inicialmente conformes con su despido, como el cofundador y responsable científico, después recularon.