El equipo de la Cranfield University se ha propuesto reinventar el inodoro. Dado que está diseñado para países empobrecidos, el propósito es que pueda procesar heces y orina sin necesidad de energía externa ni agua permitiendo su transporte y reutilización de manera segura.

Su nombre es Mahabir Gill y tiene un serio problema con el tiempo que pasas sobre la taza del váter depositando tus necesidades. Tan serio, a su juicio, que ha revolucionado la forma del retrete sólo para que, pasados los primeros cinco minutos, comiences a sufrir. Gill es el creador del "Standard Toilet", un inodoro ligeramente inclinado, apenas 13º grados, para limitar tus ausencias laborales y disparar tu productividad. A costa de un enorme sacrificio. Tu comodidad cagando.

A través de un mando o de la aplicación móvil, el usuario podrá regular la temperatura de la propia taza en sí misma y de un eyector de agua para la higiene íntima. Estos chorros además son también reajustables en lo que a presión se refiere. El inodoro agrega un sistema de autolimpieza y esterilización con rayos UV capaces de eliminar el 99.9% de las bacterias. Por la noche, añade una iluminación LED para no tener la necesidad de encender cualquier otra luz. Además, incluye WiFi con el que detecta quién está sentado y se personaliza.

La técnica de Google para testear su software cumple 10 años y ya se ha extendido a otras compañías. Se trata de "Testing on Toilet".

Vaya por delante que tengo que reconocer que hablar de inodoros o de sanitarios para el baño no suele ser algo muy habitual