Me gustan las ideas que se sustentan en la simplicidad de la argumentación. Deténganse en René Descartes y en la sencillez con la que, en El Discurso del método (1637), se expone la que luego sería una de las nuevas directrices de la filosofía racionalista. La duda lleva a la primera certeza. Según Descartes, el hombre puede dudar de todo, salvo dudar de que duda. Como dudar es pensar, entonces es indudable que el hombre piensa. Esta es la primera certeza y, a su vez, nos lleva a otra nueva: la existencia del hombre como cosa pensante.