Con el auge del Big Data, se vislumbra la desaparición de nuestro yo más íntimo, de nuestra creencia, de que somos cada uno alguien único e irreproducible. Hasta ahora nuestra mamá parecía ser (muchas veces), la persona que más nos conocía en este mundo. Además, poseíamos una especie de caja negra que nadie podía gobernar salvo nosotros, y que sólo podíamos abrir a los demás a nuestra voluntad, porque por lo general, somos propensos a mentir sobre nosotros mismos, a ver el mundo no como es, sino como somos.