La raíz de muchos males que aquejan la sociedad contemporánea es la supresión de la sexualidad, elemento clave en el desarrollo de la identidad personal. Cuando ese impulso natural es reprimido o negado, el individuo queda atrapado en una zona intermedia del subconciente, afectando la formación del carácter, creando tensión, alimentando fantasías y degenerándose poco a poco hasta que, cuando finalmente son expulsadas al exterior, emergen como impulsos destructivos en búsqueda de una insaciable libertad.