El envío a Pablo Iglesias, candidato de Unidas Podemos a la Asamblea de Madrid (de hecho debería serlo de Unidos, Unidas, Unides, según la polícroma taxonomía de preferencias sexuales establecida por la madre de sus hijos), a Fernando Grande Marlasca, ministro del Interior y a María Gámez, directora general de la Guardia Civil, de unas cartas conteniendo cartuchos sin percutir con su correspondiente proyectil con exigencias de dimisión bajo amenaza de muerte, constituye sin duda un acto intolerable que merece la condena sin reservas...