"¡Ojo, con tocar los sentimientos religiosos!", advertía el obispo. La diatriba completaba la frase citada anteriormente con "que nadie los toque, o si los toca, que se atenga a las consecuencias". Vaya… suena a amenaza, Eminencia. Hay que ver cómo rogamos a Dios, pero con el mazo cerca. Amenazar está muy feo, señores obispos. Procuren tener el mismo respeto que exigen para ustedes y sus fieles, los demás tenemos sentimientos y calidad humana que no están ni un ápice por debajo de los suyos, que no les confunda su complejo de superioridad.