El “orden basado en reglas” proclama su primer y más cardinal decreto: “Los países buenos tienen el derecho de destruir a los malos, saquearlos o apoderarse de sus recursos”. “La sangre de los conquistados alimentará la sed de los conquistadores”, proclaman las páginas malditas del Necronomicón . La jungla debe rodear perpetuamente el jardín, para que la vasta extensión del jardín no se marchite por falta de recursos. “El desierto de los primitivos debe rodear los santuarios de los elegidos”, dice el Necronomicón.
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