Durante los últimos 25 años de golpes de Estado y sanciones económicas patrocinados por Estados Unidos, los medios corporativos occidentales siempre han demostrado ser una fuente fiable de propaganda de cambio de régimen para respaldar las políticas de Washington. La cobertura se vuelve un frenesí en torno a las elecciones, ya sea impulsada por la esperanza —equivocada— de que ganen los acólitos de Estados Unidos o por el deseo de deslegitimar las victorias chavistas previstas. Traducción en los comentarios.
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