Estaba sola, en mi habitación del campus de la Universidad de Columbia, en el país de la libertad, cuando me di cuenta de que, de la noche a la mañana, me podían arrebatar mis derechos. Era el verano de 2022, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió revocar la sentencia de Roe contra Wade, un precedente que había sentado jurisprudencia desde hacía casi 50 años. Había protegido el derecho de la mujer a decidir si llevar adelante el embarazo, o no, durante los tres primeros meses.
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