En el balcón de Génova donde fue a celebrar su pírrica victoria con rictus de funeral, sus votantes ya elegían a voces a su sucesora, ataviada con un llamativo vestido rojo que vaticinaba la sangre. El lunes Feijóo se encontró que en lugar de a presidente del Gobierno ahora estaba opositando a teleoperador de una compañía telefónica, intentando sumar apoyos entre la misma gente a la que llevaba insultando minuciosamente durante años.Sus compadres de Vox le recomendaron que fuese a comprar unos cuantos diputados tránsfugas del PSOE
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