La pobreza es, igual que una jaula, una cárcel asfixiante que atrapa a una parte cada vez mayor de la población. Para muchos de ellos es, además, un destino inevitable e injusto del que no pueden escapar. Los datos económicos brillan dolorosamente en este contexto: según recogía un informe el año pasado,España es el cuarto país de la OCDE donde es más posible seguir estando en el 20% de los hogares más ricos tras cuatro años, y las posibilidades de seguir empobrecido,como en un reverso lúgubre, superan en diez puntos la media de la organización
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