La entrega de Lili Boulanger a la composición duró poco pero lo suficiente como para dejar un legado único. El suyo. Iniciado en 1910 y finalizado ocho años más tarde, en 1918, cuando tenía 25 años. En tan solo ocho años fue capaz de escribir la totalidad de su obra coral: 17 títulos que empiezan con Les Sirènes (1911) -para coro y tres voces femeninas, con acompañamiento para piano u orquesta-, Himno al sol, para contralto, coro mixto y piano u orquesta, la emotiva partitura Pour les funérailles d’un soldat, los tres Salmos 24, 129 y 130.