Cómo tantos otros seres humanos, que vivimos bajo el sol y no lo apreciamos, soy un voraz lector. Disfruto de los buenos libros y me entusiasmo cuando encuentro el inicio de lo que parece una saga apasionante, porque me indica que me va a dar momentos apasionantes, es como encontrar una veta sin explorar y quieres saber hasta dónde te va a llevar. Algunas las conoce mucha gente y son un valor seguro. Otras son casi desconocidas. Y por último hay otras que la gente conoce pero están inexploradas, ya que su autor no la ha culminado.
Cuando cayó en mis manos el primer Metro, Metro 2033 de Dmitry Glukhovsky, daba la casualidad de que usaba la red de Metro de Madrid para ir a trabajar ¿Puede existir mejor entorno para disfrutar de esta novela que leerla entre trenes, pasillos e intercambiadores a 50 metros bajo tierra? Quizá este detalle hizo que la apreciara más.
La novela lo tenía todo. Recreaba un pequeño mundo desconocido, compartimentado con sus "países" y su política propia. Es como el mundo de una gran saga de fantasía condensado en una red de metro que de tener las condiciones adecuadas se puede recorrer en un día, pero como se ve en la novela cruzarlo es una odisea mayor que la de Homero. De esta novela se destaca la creación de ese mundo, con raíces en un lugar real pero con la distopia que se produce. Y como si esto no bastara tenemos al héroe. El personaje perfecto. Un Artyom que crece casi sólo conociendo su pequeño mundo, su estación y que cuando el deber llega a su puerta no duda en emprender un viaje para cumplirlo. Es imposible no amarlo. Y ya qué decir del final que ya parece una seña del autor. Una pauta que se va a repetir a lo largo de sus obras. Esperanza seguida por un mazazo y que sin embargo te deja pequeños detalles que te hacen creer en algo mejor.
Como digo, esta primera novela me entusiasmó. Por lo que cuando me enteré que existía un Metro 2034 corrí a buscarlo. Y lo volví a devorar en el mismo entorno del Metro de Madrid. Y calló sobre mí varias dudas ¿Fue la primera novela sólo el momento de genialidad de una opera prima? ¿Sobrestimé la primera novela tan solo porque era algo novedoso? La realidad es que siendo una novela entretenida y recomendable, no daba lo que la primera sí hizo. No creaba personajes tan carismáticos. No se centraba en un argumento que de verdad te hiciera entusiasmarte con los logros de los héroes... no era lo mismo. Pero era una buena novela.
Siguió avanzando este hilo de tiempo en el mundo real y como amante a los videojuegos además de la lectura me enteré de que habían hecho un videojuego sobre la primera novela. Juego que me gustó aunque no recomiendo a todo el mundo. Sigue el argumento del primer libro y lo hace casi con excesivo celo. Pero a este juego le sigue otro llamado Metro: Last Light. De este último me llamó la atención que gran parte del argumento y los diálogos estaba escritos por el propio Dmitry Glukhovsky. Y vaya que si se nota. A nivel argumental el juego tiene mucho ritmo, otra vez a los mandos de Artyom, con personajes creíbles y otra vez ese final de esperanza y mazazo. A nivel técnico también mejora al primero con una jugabilidad menos tosca y muchísimo más inmersiva.
Y llegamos al momento en el que me vuelvo a enterar: el autor ha sacado otro libro. Y lo primero que hago es buscar información en internet y lo primero que encuentro me sorprende por su escasez. Hay informaciones anticuadas sobre que la novela es reescribir lo que ocurre en el videojuego perfeccionándolo. Idea que no me entusiasmaba, nunca me ha gustado que me cuenten una historia dos veces ni aunque la segunda esté mejor contada. Pero aun así me conseguí el libro, me zambullí en él y nada más lejos de la realidad.
Metro 2035 [SPOILER pero sólo de las anteriores novelas]
Nada más empezar la lectura ya vuelves a tener los mismos sentimientos y sensaciones que cuando empezaste a leer la primera. Otra vez el mundo tras los ojos de Artyom, quien ha vuelto a su VDNKh con (y aquí vino mi primera sorpresa) su mujer Anya. Y digo que vino la sorpresa porque este es un personaje que aparece exclusivamente en el segundo videojuego. Poco a poco y por recuerdos del pasado vamos a poder ubicar el momento de la historia que se da poco después de los acontecimientos producidos en Metro: Last Light. Es decir, que el autor usa de canon casi toda la trama principal de este, aunque no toda.
Pero no pasa nada, el lector que no sea un jugón puede seguir leyendo sin más. Estos acontecimientos están contados de tal manera que no echas en falta no haberlos visto antes. Son recuerdos del personaje que van surgiendo conforme el argumento lo demanda.
Artyom en esta nueva vida de héroe que ha salvado al Metro pasa los días convertido en un personaje extraño. Es el héroe que es el único que no ha perdido la esperanza y vive obsesionado con buscar señales de vida en la superficie. Convertido ahora en un STALKER sube obsesivamente al los rascacielos más altos de la zona con su radio sin tener resultado. Esta obsesión le lleva a distanciarse del resto de gente mundana que no comparte su entusiasmo. Hasta el punto de que la llegada de Homero, protagonista de Metro 2034, a la NVDKh va a desencadenar una nueva búsqueda por los túneles del metro, de estación en estación que nos recordará muchísimo a los inicios de la saga. Ritmo trepidante (a veces casi incluso excesivo) donde habrá que escapar de un problema tras otro para seguir avanzando. Con un Artyom que parece ser el único con una forma de pensar concreta y el único interesado en ayudar a sus semejantes a cualquier coste.
Y entonces llega la mitad (o un poco más) del libro.
[MEGA SPOILER, ahora sí, de Metro 2035]
Es aquí cuando llega por fin a la meta, esa meta que como siempre al llegar a ella la princesa está en otro castillo. En este caso es el último castillo en el horizonte. Artyom descubre la verdad... al menos la primera de las verdades importantes. Que no están en absoluto solos, pero que alguien está bloqueando las señales de radio que llegan del exterior para que no lo sepan.
A partir de aquí Artyom luchará una guerra a brazo partido por conseguir transmitir esta información a toda la red del Metro de Moscú. Tirará del hilo hasta llegar a lo más alto, a niveles que no esperabas que existieran y no se rinde jamás. Pero aquí al estilo del autor se irán dando una sucesión de ESPERANZA-MAZAZO hasta culminar en una ESPERANZA - MAZAZO - pequeña esperanza - FIN.
Porque el final es muy interesante. Tras todos los pequeños momentos que parecía que iba a conseguirlo: Cuando descubre la torre, cuando su conpañero le cree y se pasa a su bando, cuando logra reunir un grupo de fieles, cuando en el juicio consigue la rebelión de la mitad de la orden, todos van siendo aplastados de formas que te dejan muy anímicamente tocado. Hasta que nuestro héroe, casi hundido pero siempre desafiante termina por resignarse a conseguir sacar de allí a toda la red de Metro y vuelve a su NVDKh para al menos hacerlo con su gente. Como es de esperar tampoco funciona.
Culminamos con un Artyom y una Anya que ya por fin parten a la libertad ellos solos. Un final casi deseado por el lector al ver que nadie más se lo merece. Nuestro héroe parte sin que nadie le pueda reprochar nada, nadie lo hubiera intentado tanto como él.
Pero a pesar de todo el autor no deja un cierto sabor de esperanza. No me refiero esperanza para el protagonista ya que de este sabemos que tras cumplir su misión en todo lo que pudo ahora se ha ganado su merecido premio. No, me refiero esperanza para esas 40.000 personas que deja hundidas en su propio barro, mirando hacia el suelo y jamás mirando al techo. Esperanza para el Metro de Moscú que parece condenado a convertirse en morlocks cavernícolas. Y esta esperanza nos la van dejando en forma de pistas a lo largo del texto.
Una pequeña esperanza para el Metro de Moscú.
Empezando por los protagonistas que mueren por hacer lo que deben. Al final todos los personajes dan la espalda a Artyom. Todos son sobornados de distintas maneras. Pero hay otros que no sabemos si hubieran caído en la tentación, no sabemos si hubieran hecho lo correcto o no ya que no se les dio la oportunidad. Fueron liquidados. Especialmente su compañero en la orden, a quien liquidan por hablar y hacer lo correcto. O al Stalker que vuelve a la torre a luchar cuando ya había decidido dar la espalda y huir.
Esperanza también por que si el metro no quiere saber nada del mundo exterior, esté sí quiere saber de él y cada vez más gente, como los granjeros de la torre, acabarán llegando y tarde o temprano contactarán.
También esperanza por el personaje del ex-nazi Ilya, quien aunque se quede cree en él y promete escribir la verdad de todo y hacerla circular por el metro si hay alguien que quiera leerla y creerla.
Esperanza por su padre adoptivo, Sukhoy, quien se da a entender que de no ser por las responsabilidades que tiene como líder de la estación hubiera seguido a Artyom a dónde fuera aunque no creyera del todo en ello lo haría por amor a quien considera su hijo.
Y sobre todo esperanza por el niño Kirill. A quien su madre no le deja irse pero da a entender, y he aquí la cuestión, que la conformidad con esa vida no viene en los genes, es algo aprendido. Da a entender que hay esperanza en las nuevas generaciones que quizá vuelvan a mirar hacia el cielo techo.
¡Corred Artyom y Anya! ¡Huid! Os lo habéis ganado. Os espera Vladivostok, sea lo que sea que os espere allí. Y quiero saberlo, quiero que Dmitry nos permita saber más con quizá una nueva trilogía esta vez en un nuevo mundo exterior por conocer.
Metro 2035. Un cierre digno a una trilogía.