Tras los más de 260 que duró el periodo Edo, Japón experimento una y dolorosa transformación hasta adoptar la forma de un Estado moderno. Kawai Atsushi, un conocido autor de obras históricas, descifra esta convulsa fase llamada Restauración Meiji.

En nuestro imaginario, los guerreros samurái son símbolo del honor, la valentía y la disciplina, tres cualidades que se nos presentan como deseables no sólo para una vida entregada a la batalla, sino para la existencia en sí que, acaso, para algunos bien puede mirarse como una lucha que sostenemos en distintos frentes. Pero más allá de esta visión “bélica” de la vida, no cabe duda de que el código de los samurái conserva algunas de las enseñanzas más notables y provechosas.

El primer ministro Abe Shinzō fue elegido en septiembre para presidir el Partido Liberal Democrático durante un tercer mandato consecutivo, lo que le sitúa en camino de convertirse en el primer ministro japonés que más tiempo ha ocupado el cargo.

Los extranjeros que se inician en las técnicas de artes marciales del Bujinkan nunca dejan de acudir a él. Discípulos venidos de todos los rincones del mundo visitan asiduamente su dōjō en la ciudad de Noda, prefectura de Chiba, para venerar las enseñanzas de Hatsumi Masaaki, de 86 años, maestro del estilo Togakure de ninpō, las artes marciales de los ninjas. Lo que descubrimos al acercarnos a ese lugar, muy diferente de la visión sesgada sobre los ninjas que ofrecen el cine y el anime, nos mostró un mundo muy interesante.

En 1617, Tokugawa Hidetada, segundo shōgun de su estirpe, proclama una ley que restringe la presencia de burdeles a zonas de recreo específicas en barrios aislados que no solo ofrecían sexo, sino también juego, baile y diversos espectáculos, creándose el barrio del placer de Edo, "El Buen prado de la suerte": Yoshiwara.