La sentencia ha estimado la demanda contra el sacerdote al razonar que las expresiones que éste vertió contra ellas, llamándolas “mentirosa”, “sinvergüenza”, “difamadora”, o “puta”, entre otras, suponen una vulneración al derecho al honor de sus vecinas [...] Ante la propuesta de instalar cerraduras digitales, una vecina comentó que los vecinos tenían que cuidar de no entregar las llaves a extraños, pues había visto entrar a señoras de nacionalidad rumana que visitaban al sacerdote, utilizando las llaves, extremo confirmado por otros vecinos.