Mientras la especie humana daba nuevos pasos en el espacio, en Galicia tres paisanos decidieron que no iban a ser menos que los norteamericanos, y a principios de los años 80 construyeron el primer transbordador espacial gallego, un transbordador que nunca viajó al espacio, ya que fue construido para el uso y disfrute de sus vecinos convirtiéndose, posiblemente, en el único transbordador espacial de la historia en el que se sirvieron cañas y vino del país.