Gustavo Bueno entra en discusión con una nueva especie de católico, generada en los últimos años del siglo XX y que ha eclosionado en el XXI, el católico-libertario o católico-liberal.
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Aquí un muchacho intenta justificar las doctrinas liberales hayekianas mezclándolas con el «derecho natural». Gustavo Bueno, como ateo y materialista, entra al análisis y trituración de la idea de «derecho natural». Es así como se bloquea la posterior discusión sobre las delirantes ideas liberales.