Los hombres no tienen nada de malo. Los hombres son personas adorables con la misma capacidad de empatía, agencia y crecimiento que cualquier otro humano a lo largo del espectro de género. Pero cuando a los hombres se los socializa en la identificación de su humanidad con su masculinidad, y en la asociación de masculinidad con poder, es cuando empiezan los problemas.