La foto de un niño de cinco años, jugador del miniprebenjamín del Unión Viera (Las Palmas de Gran Canaria), deteniendo un enfrentamiento entre uno de los entrenadores y un árbitro ha sido una de las imágenes del panorama deportivo de los últimos días.

El delantero del Milan, Mario Balotelli pone a su novia 'en juego'. El italiano ofrece a Fanny Neguesha a todos los jugadores del Real Madrid si éstos son capaces de remontar la eliminatoria ante el Borussia Dortmund.

El base de Louisville Kevin Ware sufrió una escalofriante lesión, con rotura de tibia y peroné, en el transcurso del partido que disputaba su equipo con Duke en busca de una plaza para la Final Four de la NCAA. En un intento de frenar el lanzamiento de un triple, el jugador realizó un mal apoyo y sufrió la terrible fractura. Sus compañeros y rivales quedaron consternados y el partido de suspendió durante unos minutos.

Un estudio minucioso de las caídas de los jugadores de fútbol y de las decisiones arbitrales muestra que es rentable ‘hacer teatro’. Antes de Mourinho y Messi, de Pepe y Alves, de Busquets y Cristiano, el teatro ya existía en el fútbol. Porque la actuación forma parte de este juego. El fútbol no es el rugby, sino un deporte en el que, como en las disciplinas de trampolín, caer bien tiene premio. Fingir es inherente al fútbol

Alarma en los Lakers: derrota (96-92) y lesión de tobillo de Kobe Bryant, que causa baja indefinida y peligran los playoffs. Fue a falta de 3,9 segundos, dice que fue falta intencionada como la que le hizo Jalen Rose para lesionarle a propósito. Tras lanzar a canasta, Kobe 'aterrizó' en el pie de Dahntay Jones y se torció el tobillo. Los árbitros no castigaron la jugada con falta y Kobe fue tajante: "Me hizo un Jalen Rose". "Los defensas pueden defenderte e impedir que tires pero no pueden ponerse debajo. Es peligroso para el tirador".

El término de 'jugador hígado' lo acuñó Tim Duncan, ahora uno de los mejores de la historia del baloncesto y entonces una emergente figura de la NCAA, al referirse al español Ricardo Peral, compañero suyo en la Universidad de Wake Forest, del que decía que era como el hígado, que no sabes lo importante que es hasta que te falta. Son el contrapunto de los 'engaña públicos', esos auténticos expertos en inflar estadística y cuya incidencia en el juego es mejor de la que los números dan a entender.