El Mirandés, hasta hace unos días, era propiedad de sus socios. Un equipo humilde, simpático, que aprovechaba sus recursos para lograr los mayores éxitos deportivos a su alcance, sin endeudarse como es costumbre en el fútbol actual. Si jugaban en Tercera, genial; en Segunda B, mejor todavía, y en Segunda, como esta última temporada, una hazaña histórica… que les ha salido muy cara. Porque el Mirandés, el Club Deportivo Mirandés, ha muerto de éxito; ha muerto de ambición. En la última y polémica asamblea de socios...