Somos funcionales. De hecho, si no “funcionamos” entre comillas, no tenemos valor o mejor dicho, no tenemos reflejo o proyección en el mundo. Como te habrás dado cuenta, no he descubierto la pólvora, pero es aquí donde implícito en nuestro sentido vital de hacer algo real en este mundo, viene atada con cadenas también nuestra maldición. La frustración aparece, cuando la imagen de nosotros mismos en el mundo real no coincide, o no alcanza a llegar a parecerse, a nuestro ideal de nosotros mismos.