También fue detenida con anterioridad por los Mossos, pero el juez la dejó en libertad. No contaba, siquiera, con un local físico donde trabajar. "Iba a los domicilios de los clientes, operaba a los perros en el capó del coche y hasta tenía un cementerio de animales en el jardín de la casa de sus padres", reseñan desde la protectora animal Pallafolls. A pesar de ubicarse a unos 17 kilómetros de Vidreres, esta entidad lleva años denunciando las crueldades de la arrestada.