Universidad, corrupción y poder: de Cristina Cifuentes, Jordi Evole y doctorados honoris causa

Recuerdo que, siendo alumno de la Facultad de Derecho de la UMU, escuché una conversación entre dos profesores que recordaré siempre. El uno le decía al otro "aquí todos os quejáis del murcianeo, del pasteleo...pero cuando queréis pasteles me los pedís a mí". Y el otro se reía.

En la universidad española hay enchufes, compadreo, endogamia, plazas que se sacan para que las gane un candidato amigo y se le dan aunque el rival tenga 10 veces más méritos, trato de favor a gente que puede ofrecer prebendas a cambio, acoso contra personas que son incómodas para el catedrático de turno y por tanto deben abandonar "su" departamento...lamentablemente, el feudalismo sigue muy presente en ella.

Y digo feudalismo porque es el término más adecuado para definir la situación. A grandes rasgos, los departamentos son feudos con amplísima libertad para administrarse (incluso saltándose la ley para enchufar o defenestrar) siempre que no interfieran en los intereses del decano. Y el decano posee amplísima soberanía sobre su Facultad, siempre que no ataque a los intereses del rector. Y el rector es dueño y señor de la universidad, siempre que no se enfrente a centros de poder externos a la institución con fuerza para tumbar su carrera.

Dentro de este sistema feudal hay personas (e incluso algún departamento aunque sean pocos) que creen en los principios de mérito y capacidad, en la asignación de las plazas según el curriculum de cada uno y en la evaluación de los alumnos según sus conocimientos. Por desgracia, a día de hoy son minoría, pero se hace camino al andar y puede que la próxima generación encuentre una universidad más decente. Pese a ello, la situación actual es bastante desoladora.

Hoy el tema es de rabiosa actualidad por el master falsificado de Cifuentes. Pero hace unos días, la UMU otorgó el doctorado honoris causa a Tomás Fuertes, fundador de El Pozo, cuya empresa se hizo famosa poe el reportaje de Jordi Evole sobre el estado de los cerdos www.huffingtonpost.es/2018/02/07/el-veterinario-al-que-entrevisto-evol Eso sí, la investidura como doctor de Tomás fue un poco accidentada www.publico.es/sociedad/salvados-encapuchados-irrumpen-investidura-hon

Algunos se han quejado de que una universidad no puede nombrar doctor honoris causa a un hombre que, por muy rico que sea y muchas donaciones que haga, no es licenciado. Sin embargo, mi queja tiene otra motivación: los derechos laborales de los empleados de El Pozo.

Os invito a consultar esta página www.cgtmurcia.org/sindical/sectores/alimentacion-comercio-hosteleria/e Debido al elevado número de accidentes laborales en la fábrica, CGT denunció la situación ante la Inspección de Trabajo. La Inspección declaró que la empresa no estaba realizando correctamente los estudios ergonómicos de los puestos de trabajo, y le obligó a rehacerlos. El truco estaba en que los citados estudios (donde se medían los riesgos físicos para el trabajador) se realizaban a un nivel de rendimiento 60 conforme al sistema Bedaux, mientras que la plantilla trabaja generalizadamente a más de 80. Por tanto, los riesgos reales no se reflejaban en los estudios, y los puestos de trabajo figuraban como seguros partiendo de la falacia de que se trabajaba a un nivel de esfuerzo muy inferior al real.

Respecto a la defenestración de quienes alzan la voz en la universidad y critican a los mandamases, yo sufrí una expulsión en mi época de estudiante debido a mis críticas al rector Cobacho. Finalmente fue anulada por la Justicia (ésta es la sentencia www.poderjudicial.es/search/contenidos.action?action=contentpdf&da ). Ahora mismo soy profesor asociado y mi mayor pasión es dar clase, aunque dudo que nunca llegue a conseguir una plaza a tiempo completo.

Adoro la universidad a nivel de aula porque en ella se abren mentes, se despierta el espíritu crítico y se crean ciudadanos libres. El problema es que, conforme sales del aula y subes a los pisos superiores, el panorama suele cambiar. Precisamos una legislación que la limpie, acabando con todas las formas de prostitución de la institución. Desde los enchufes al preferido del catedrático fulano, a la subida de nota de mengano porque es hijo del político o el empresario influyente que puede dar prebendas. Transparencia, baremos rigurosamente objetivos, garantías y vías de protección frente al acoso o la discriminación de quien hable con voz propia...el camino es largo, pero no hay más opción que seguirlo, porque sin universidad pública fuerte, autónoma y bien financiada, sólo queda el oscurantismo.