Esta semana ha muerto un familiar mío muy cercano. Padecía un tipo de cáncer agresivo y de cura difícil, y apenas ha vivido unos meses desde el diagnóstico. Ha tenido muy mala suerte por padecer esta enfermedad, y también por la época en la que le ha tocado padecerla, con los hospitales y ambulatorios colapsados.
Las últimas tres semanas no recibió tratamiento ninguno. Le suspendieron el que tenía para administrarle otro, y dijeron del hospital que llamarían, pero no lo hicieron. Hemos llamado nosotros al hospital decenas de veces pero nadie respondía al teléfono. No hemos recibido ninguna notificación ni llamada para acudir a las consultas que eran necesarias para mantener su vida en condiciones aceptables.
Hace unos días, y tras varias horas de comprobar que no respondía a mensajes ni llamadas, acudimos a casa de mi familiar para encontrar que estaba en un estado crítico de salud, casi sin poder respirar, postrado en la cama, agonizando. Llamamos a urgencias y lo ingresaron sólo para decirnos que lo único que se podía esperar era el final y que le administrarían un tratamiento paliativo. Ha muerto tras unos días terribles de sufrimiento que nos han destrozado. Para quien me esté leyendo, si no ha vivido una situación así, le pido que imagine que esto ocurre con alguno de sus padres, hermanos, o cualquier familiar. Es un dolor inaceptable, y una situación inaceptable.
No tenemos el mejor sistema sanitario del mundo. No sé cómo serán los mejores, pero desde luego el que tenemos ha fallado y ha degenerado hasta no prestar el servicio que se espera de él. Pero tenemos que aspirar a ser los mejores, en esto y en todo lo demás. Es la única manera de salir del pozo de decadencia pública en el que vivimos ahora. No aceptar la mediocridad, la inoperancia, la corrupción, venga de donde venga.
Los partidos a los que votamos no hacen su trabajo. No están cuidando de nosotros. Y si ahora estás pensando a qué partido me refiero para desear que no sea el tuyo, o si es el tuyo, dedicarme una crítica mordaz, sólo piensa en el día en que puedas ver cómo alguien a quien quieres muere de manera ignominiosa ante ti.
Nos hacen falta espejos para ver nuestros errores. Los propios, por votar a gobernantes que no cumplen con sus compromisos y no defienden nuestros intereses. ¿Qué importa la tendencia política si cuando la vida se te va no hay personal, ni presupuesto, ni tiempo para que alguien te atienda como mereces?
Ojalá, tú que lees estas palabras, no tengas nunca que pasar por esto. Y ojalá no hagas, con tu falta de crítica a quienes nos gobiernan, que otros tengan que pasar por lo mismo.