El tío del ciervo cristiano

Estamos a 3 de Agosto y son las cinco de la mañana, así que me voy a permitir unas risas sobre el espacio y el tiempo.

Este año me he tomado con más calma el sobrenombre de Terreno Enemigo y he tratado de llevarme bien con todo el mundo, y la verdad es que ha valido la pena, aunque sólo sea por aquel que dijo que "el tío del ciervo cristiano tiene unas opiniones de mierda pero escribe unos relatos cojonudos". Así, o más o menos, porque las comillas son una licencia poética.

Y es que aunque mis relatos le hubiesen parecido tan mierdosos como mis opiniones, sólo por lo del ciervo cristiano ya me había ganado. No hay modo de enfadarse con alguien así.

Y de eso voy. De que lo mejor que se puede sacar de aquí es no enfadarse. De que hay un montón de gente que sabe de un montón de cosas, y aunque sus opiniones me parecen a menudo tan fecales como a ellos las mías, comparo lo que leo por aquí con lo que se lee en los comentarios de los periódicos generalistas y constato, con sorpresa, que cada día estoy menos en territorio enemigo y cada día más en una especie de aldea donde todos llamamos hijoputa al vecino hasta la próxima nevada, cuando tendrá que traerme el pan o tendré que traérselo yo a él. Porque en las nevadonas se le lleva el pan al vecino, por cojones. Al que te mira bien y al que te mira mal.

Aquí sigue habiendo gente que sabe cosas. Aquí sigue habiendo gente que puede contarte cosas, y enseñarte a a hacer algo. Aquí hay personas a las que , en público o en privado, puedes preguntar sobre asuntos públicos o privados y te va a dar una respuesta sensata. Probad a hacer eso en los comentarios de El País, o de Público, o de El Mundo. Os vais a cagar.

El concepto de comunidad lo doy por perdido en la red pero, aún así, y tras un par de experiencias de hoy mismo, no me queda más remedio que reconocer que entre los pirados hay más gente sensata que en cualquier saco de tontos normoaceptantes que se ven obligados a repetir un tópico sin chiste.

Estamos aquí, es cierto. Pero aún así, todavía no encuentro un sitio mejor donde recitar fragmentos del Alcalde de Zalamea, mencionar a Rafael de León o cascar un texto de Spengler.

A lo mejor desaparezco un tiempo por todo tipo de motivos, y pronto, pero el tío del ciervo cristiano piensa volver desde Wolfenbüttel.

Porque hay que tener un sitio al que volver para que viajar valga la pena.

Y por esto, claro.

¡Salud!