En el colegio se enseña la actividad curricular que el momento POLÍTICO determina. En la Alemania Nazi era de una forma, en el estatalismo de otra, en la américa de la postguerra otra, en el oriente medio actual también es distinta, en la dictadura española, y luego en cada legislatura de la democracia fue cambiando según fuera el color del partido político. Pero en el fondo, hay que entender que todo el currículo educativo es POLÍTICO e IDEOLÓGICO en su base y fundamento (de hecho, siempre ha sido el instrumento político más efectivo utilizado, y lo sigue siendo). Pero como, supuestamente, vivimos en un trocito de esa parte de lo que se llamó el "mundo libre", yo no veo tan mal que un padre pueda decidir qué ideología y fundamentos generales quiere que se les inculquen a sus hijos.
El pin parental en realidad es una propuesta más liberal de lo que parece. Porque, insisto, ¿quién decide qué actividad curricular es la correcta? No cabe duda que los políticos del momento histórico en cuestión. Pero, ¿qué pasa con todos aquellos representantes (padres en este caso) con ideas contrarias al partido ganador en las elecciones (cuando hablamos de un país "democrático")? Actualmente los representantes (padres) del partido (o partidos) político perdedor de las elecciones, que normalmente roza el 50% de la población (excepto cuando hay mayoría absoluta holgada), se ven OBLIGADOS a que sus hijos sean formados bajo ideas y fundamentos en parte contrarios a sus creencias. Y siendo honestos, en el mundo de la moral, la sexualidad, e incluso la ciencia; todo es muy relativo y todo se puede reducir a historias y cuentos adaptados a los tiempos: i.e; a idearios.
Si este pin parental se instaura como manda Deus, en principio podría servir incluso de alivio para para soltar un poco de presión en aquella población que no se siente representada por el partido ganador de las elecciones (sobre todo cuando se tratan de partidos extremistas por la izquierda o por la derecha); y perder así el miedo a que instauren en sus hijos ideas y creencias demasiado contrarias a las defendidas por esta familia del menor. ¿Qué tiene eso de malo? ¿alguien (persona o partido político) se atreve a decir que tiene la verdad moral absoluta? ¿alguien se atreve a decir que la ciencia que defienden no contiene lagunas o que está incompleta (es decir, que no es en el fondo una creencia o historia más)? ¿alguien se atreve de verdad a decir que tiene en su poder verdades tan ABSOLUTAS y rotundas que nadie las puede poner en duda?
En realidad, más bien parece que toda esta polémica sobre el pin parental es un simple caso de supremacismo moral y ético. Se está cayendo en la prepotencia didáctica y en la dictadura ideológica del déspota epistemólogo: cuya tendencia, como no, es la de obedecer al momento político que viva cada país perdiendo de vista la perspectiva histórica, y la relatividad inmanente a toda idea moral, ética e incluso científica. También es cierto que esta postura supremacista ha existido siempre en todo país y momento histórico, pero al menos que no nos quieran vender la moto con tonterías ahora, hombre.