Como militar carcamal firmante de la carta mandada al rey pidiendo que saque los tanques a la calle para acabar con los rojos, creo que es necesario explicar nuestro punto de vista.
La mayoría de nosotros nacimos con el carguito debajo del brazo, por ser hijos de los sublevados que llevaron a Franco a la victoria. Hace 81 años de ese golpe militar, así que ninguno tuvimos la oportunidad de participar en ninguna batalla (porque ninguno sobrepasamos los 100 años de edad). Es una pena que llevamos con gran pesar, no poder haber colaborado para mayor gloria del estado español.
Eso no quiere decir que no hayamos conocido la guerra de primera mano. Algunos hemos participado en las guerra de los Balcanes, la guerra de Irak o la de Afganistán desde nuestros acolchados asientos en nuestras oficinas climatizadas. Esfuerzo que fue recompensado con medallas, insignias y palmaditas en la espalda.
Lo que sí vivimos de lleno han sido los gloriosos tiempos de la posguerra y el franquismo, donde podíamos mandar lo que quisiéramos y que nos obedecieran sin rechistar. Eso es lo que necesita España, mano dura. Soldados de un servicio militar obligatorio que se veían forzados a trabajar gratis cuidando de nuestros hijos como si fuesen niñeras, como peones y jardineros en nuestros chalets, como asistentes personales de nuestras esposas (el pobre Coronel Martínez, debido a eso tiene que agacharse al entrar por las puertas), etc. Ayudábamos a los jóvenes a que cogieran experiencia, como aquel chaval con conocimientos de electrónica que se pasó la mili arreglando vídeos VHS y televisores de los altos cargos. En los 80, en plena democracia.
Ah, aquellos si que eran buenos tiempos. Cuando mandabas algo a un chavalín de 18 años que no había salido de su pueblo y no se había visto en otra más gorda, y si no te obedecía, le pegabas dos hostias bien dadas y lo mandabas 10 días al calabozo. ¡Lo convertíamos en un hombre! No como ahora, que si le mandas a un militar profesional hacer algo que no entra dentro de sus funciones, te la puede liar gorda. Y más como te haya grabado con el móvil.
Buenos tiempos donde había machos ibéricos de pelo en pecho. Ahora esto está lleno de moros y negros. La hija de la vecina del tercero, con lo guapa que es, está saliendo con un negro. Cuando los vemos juntos, los ojos se nos inyectan de sangre, pensando que esa chica la morcilla que se come no es española, de Burgos.
Y el gobierno está lleno de rojos. El mismo PSOE rojo de los últimos 42 años. Bueno, están los piojosos de Podemos, que quieren que la gente tenga una paguita para tener una vida digna sin trabajar. Y que los que trabajen lo hagan sólamente 4 días a la semana, ¡como si fuesen generales! Nunca debieron dejar entrar en el hemiciclo a nadie que no llevase el rapado militar.
Y los independentistas amenazan la integridad del territorio español. Ese territorio español que ha ido menguando como mínimo en los últimos 200 años. Qué cabrones estos vascos, que les pedimos que abandonaran la lucha armada y entraran en el juego de la política democrática para conseguir sus inquietudes, y van y lo hacen. ¡Van a romper España!
Pero los peores son los catalanes. Jordi Pujol se lo llevaba muerto, pero nos hacía el juego. No como los que hay ahora, que se lo llevan muerto igualmente pero traicionando al estado español.
Los símbolos de la patria también están en peligro y son constantemente atacados. Esa bandera rojigualda constitucional ya no impone respeto. Pedimos que vuelva a ondear en ella el águila imperial.
Disculpen que no salvemos la patria por tweeter y lo hagamos por carta, pero no dominamos las nuevas tecnologías con soltura.
¡Viva España! ¡Y viva Franco!