Acabo de leer una solemne declaración de una asociación de guardias civiles que se muestran dispuestos a verter su sangre por su país. Encomiable sin duda, si cogemos ese hecho aislado.
Por otro lado declaraciones tan irresponsables como las de Aznar, y aún más si cabe Ayuso, no hacen más que calentar el panorama. Y el panorama es el de la frustración de una derecha (y extrema derecha) que querría gobernar cuando el resultado electoral no les ha concedido los avales para ello.
Sería buen momento para recordarles los momentos en los que se han calificado como "demócratas de toda la vida", precisamente por no estar ejerciendo como tal.
Las medidas políticas y la acción de un gobierno, nos gusten más o menos, forman parte de las potestades legítimas de cualquier ejecutivo. Y la posibilidad de aplicar una amnistía se cuenta entre dichas potestades, por lo que no cabe recurso de inconstitucionalidad alguno ante un TC en rebeldía que ni siquiera cumple con la renovación de plazas prevista por ley.
Si alguien está vulnerando el marco legal, de hecho son los propios togados. Declaraciones como la del politizado CGPJ son poco más que un brindis al sol que sólo contribuyen a caldear más el ambiente de forma absolutamente injustificada, y desde luego no se pretende otra cosa.
Porque lo cierto es que el proceso judicial contra el nacionalismo catalán, además de haber sido por años el hazmerreír de Europa, ha adolecido desde el principio de tintes de farsa que ahora se tornan en comedia tras las últimas actuaciones del juez García-Castellón, cuyo currículum acumula tal colección de disparates que haría sonrojar a cualquiera con una mínima noción de lo que es la decencia, por muy Guardia Civil que sea, como por cierto lo fue mi abuelo, y por mucha sangre que esté dispuesto a entregar en defensa de su patria.
Enmendar tarde, mal y nunca los veredictos de los procesos al nacionalismo catalán no sólo es una decisión de justicia para con los hechos, además de pragmática en cuanto a la gobernabilidad,es un paso en favor de la concordia y tal vez lo mejor que se pueda hacer para restablecer los mejores ánimos de convivencia en este país, una asignatura pendiente desde hace prácticamente un siglo.
Los irresponsables que propagan llamamientos fratricidas deberían ser disciplinados con el rigor de la ley y aún se quedaría muy corto para el daño en la convivencia que causan del país que dicen amar, pareciera que responden antes a intereses puramente partidistas que a cualquier forma de patriotismo altruista.
Se diría que ciertos sectores de la derecha están perdiendo completamente los papeles, situándose fuera del marco legal, mientras aquel militar retirado que abogaba por "fusilar a 20 millones de hijos de puta" debe estar aplaudiendo sus acciones. Todo ello mientras invocan una constitución que ni siquiera les avala.
Esperemos que este bochornoso teatrillo quede en el anverso al pasar la página y que prevalezca el estado de derecho del que nos hemos dotado como marco de convivencia y, aún más importante si cabe, el sentido común, que a día de hoy aparece en horas bajas en demasiados liderazgos políticos.
Hay mucho más en juego y que perder que una legislatura de cuatro años, por ello tanto más escandalosas resultan algunas irresponsabilidades que estamos viendo estos días. Y obviamente no me refiero a la propuesta de amnistía. Esperemos no tener que lamentarlas cuando ya sea tarde para ello.