Escribo esto a modo de intento de expulsar las impresiones que aún permanecen en mí. Lo comparto a su vez para poder charlar sobre experiencias similares que hayáis tenido. Recordemos que aquí nadie gana nada salvo compartir vivencias que nos ayuden a precisar un poco más la vida.
Estoy desvelado desde las 5 y no logro volver a dormir. Llevo todo el tiempo pensando en un suceso que presencié ayer y tengo la mente en bucle. Cambio a otro tipo de pensamiento y enseguida rememoro el suceso.
Ayer paseaba en la tarde por el puerto con mi pareja y mi cuñada. Pasamos junto a un hombre sentado en el borde que, con tono normal de voz, decía que "hay un siñor en el agua". En un primer momento lo ignoramos, pues estaba todo rojo y se le notaba bebido, no parecía centrado y le costaba hablar. El señor insistió con un "ayiuda" y al final nos acercamos. Mi pareja lo vio enseguida y yo al momento: una persona de espaldas en el agua, inmóvil y medio hundida. De ese instante guardo la imagen de las zapatillas sobresaliendo.
Costó reaccionar, móvil en mano por mi parte estaba en blanco para marcar el 112. Mi pareja lo logró primero y habló con emergencias. Hubo un nerviosismo reinante. Nos sentíamos desubicados y costó hasta explicar en qué zona exacta estábamos del puerto. Mi pareja dice que no recuerda bien partes de la conversación.
Durante la espera sentí una presión en el pecho, el cuerpo tenso mientras el señor insistía por ayuda. Mejor analizado realmente iba borracho, y al parecer de una cantidad bastante elevada. Vi que llevaba pantalones militares. En esos momentos pasaron un matrimonio con su hijo, y se dieron cuenta que algo sucedía. Se lo explícamos y el marido se acercó al borde, asimilando con templanza lo que veía.
Hicimos señas al policía portuario y dio un frenazo con el coche. Bajo rápido y enseguida vio el cuerpo avisó por su transmisor que enviaran al Sámur, pero aclaró que ya estaba cadáver.
Lo siguiente fue presenciar como poco a poco se reunía gente alrededor de la zona. El tipo aportó más información entre gemidos entrecortados que era su amigo. Apareció un camarero y explicó que los dos llevaban toda la mañana bebiendo y molestando. En la lejanía del mar fue acercándose una lancha con un guarda. Por mi parte abracé a mi novia y mi cuñada como consuelo. Me sentía impotente y vulnerable. La presión en el pecho se intensificaba y continúe tenso y en alerta. Llegó el Sámur.
Entre el guarda de la lancha desde abajo y el policía junto a varios desde arriba en el borde, subieron el cuerpo, ya pálido e hinchado, vestido con los mismos pantalones militares. La mujer que había llegado al principio como nosotros, cubrió a su hijo para que no viese como intentaban reanimar en vano a esa persona.
A nosotros no nos quedó otra que asumir que no se podía hacer nada y marcharnos. Se me ha quedado la imagen del tipo borracho grabando con el móvil el cuerpo de su amigo.
Nos sentamos en un banco de allí cerca a intentar recuperarnos. Ahora me dolía la cabeza y me sentía agotado. Mi pareja y mi cuñada sentían angustia. Había visto en el tanatorio los cuerpos arreglados de mis abuelos, pero esta situación no era para nada de nada lo mismo.
Hablamos sobre lo que acababa de suceder para centrar las mentes. Nos extrañó el porqué ese tipo no había llamado a emergencias. Igual lo había intentado pero, tal y como iba, no había logrado comunicar nada coherente de su situación y ubicación. También nos preguntamos si había pasado por allí antes otras personas y lo habían ignorado como nosotros en un principio. No lo sé, pero durante el resto de la tarde intentamos desconectar pero el tema volvía a surgir. Hablábamos de lo que fuese y el suceso se entrometía. Perdimos incluso el sentido de la orientación en esa ciudad que de sobra conocemos. Al acabar el día y volver a casa, nos sentíamos exhaustos.
Voy a intentar seguir durmiendo. Tengo la mente embotada, cargada seguramente por la reiteración de las imágenes clave del momento: las zapatillas sobresaliendo, el momento en que sacaron el cuerpo.
Gracias por leerme.