Si, es posible electrificar la automoción. Una óptica distinta

Empecé a interesarme por el el tema de la electrificación de la movilidad hace un par de años y lo que más me molesta, en este campo, es el modo en que se aborda, tanto desde el punto de vista de los problemas como de las soluciones.

Supongo que así funciona el mundo ahora, y que cada cual tiene que constrior su narrativa para vender su hamburguesa, pero me gustaría que se hablase más a menudo desde una óptic más realista, o con menos humo. Eso voy a intentar.

PUNTOS A FAVOR

Me he prometido no enrollarme mucho, así que citaré fundamentalmente tres.

-Un porcentaje muy relevante de los usuarios NO NECESITA el coche, a diario, para grandes desplazamientos. El debate sobre la autonomía no es un debate real a día de hoy. Me pongo a mí misma de ejemplo. Hago diariamente 36 Km. 10 veces al año hago viajes de 200 km. Dos veces al año, hago viajes de 1100 Km. En el mundo real, no necesito un coche térmico, ni un segundo vehículo. En el mundo real, necesito alquilar un coche térmico dos veces al año.

Este cálculo es completamente personal, pero os invito a que lo hagáis. Conozco gente que no puede tener un eléctrico. Pero no superan el 10%. Bien, pues dejémoslos en paz. Se trata de seducción, no de imposición.

-El combustible de un coche eléctrico lo cosechamos aquí. El de los coches térmicos se importa del extranjero. No le demos vueltas. Es así. Nuestra balanza de pagos lo dice claro: gastamos anualmente alrededor de 35.000 millones de euros en petroleo. El chorro de riqueza que se va cada año a los países exportadores de petroleo no es una ficción. Es cuestión de ideología: si de veras eres un conservador, si de veras eres un poco fascista (como muchos de los que se oponen al coche eléctrico), si de veras de tan por saco los progres de la bobadita verde, ¡¡apoya al coche eléctrico!!

¡Porque el sol y el viento no se lo compramos a los moros, majadero! ¡Porque la autarquía empieza por ahí, que es el gasto más gordo! Por que la defensa de lo rural y del territorio empieza por darle valor a lo rural y el territorio, y eso es precisamente lo que hacen las renovables.

Ser progresista es defender lo renovable. Pero es que en España, ser reaccionario, ¡también! Todo para la patria, ni un duro al moro... ¿Qué mas queréis?

No tenéis excusa.

-Beneficia al medio ambiente. Bueno, es guay. Mola. Yupi, etc. Pero las razones buenas de veras son las dos primeras.

EN CONTRA

-La principal razón en contra, hay que reconocerlo, es su puñetera fragilidad. Es difícil describirlo mejor de lo que se hace en este artículo (bit.ly/2MTvSpo ) ya clásico en el tema, aunque caiga en algunas exageraciones.

El coche eléctrico es frágil porque su tecnología es frágil y poque su desdarrollo está aún en los inicios. Pero parte de su fragilidad proviene, precisamente, de pesnar que tiene que sustituir masivamente al térmico. No es el caso.

-En segundo lugar, tenemos las dificultades para la infraestructura de recarga pero, a mi entender, más que una dificultad es un problema de enfoque: los puntos de recarga no tiene que distribuirse donde los coches pernoctan (no hay energía solar de noche) sino donde pasan el día parados, que es en los aparcamientos de los polígonos industriales y las ciudades. O sea, cerca de los puestos de trabajo de los usuarios, y no cerca de los domicilios de los usuarios.

Y esas localizaciones están mucho más electrificadas o son más fáciles de electrificar.

-El problema de los materiales y de las baterías es un clásico. Hasta dónde se avance, dependerá de lo que se invierta, de los límites de la física y de los límites del ingenio. Como ha sucedido con los térmicos.

-El problema fiscal, que algunos apuntan, no será menor. Lo que se recauda ahora de impuestos especiales no puede ni debe salir de la electricidad. Como se trata de un problema político (porque la política se supone que es esto) esperemos que tenga una solución política.

Por todo esto, creo que lo importante es abordar el asunto con seriedad, sin pretextos y sin razones falsas. Porque estamos ante un tema que, en vez de verse beneficiado por los cuentos, resulta muy perjudicado de ser alabado por cuentistas.