Se está haciendo bastante famoso estos días el paso atrás de Telegram en cuanto a entregar datos de sus usuarios, porque, de no hacerlo, incurriría en toda una larga serie de delitos, aparte de pecados mortales, veniales y ofensas a Pi, Euler y la Pachamama.
La pregunta que yo me hago, y que os traslado, es qué pasaría si cualquiera de estas redes sociales, a la hora de dar datos a las autoridades, diese datos un tanto aleatorios, o digamos que poco fiables. Mierda puta, vamos, por expresarlo más directamente.
Se ve mejor con un ejemplo.
Supongamos que yo llamo feo a alguien en Telegram, ese alguien denuncia, los jueces piden a telegram la IP desde la que se erscribió ese mensaje y Telegram responde que desde Pekín, en fecha tal, con IP tal y estos datos que se adjuntan.
¿Quién levanta esa piedra?
O sea que, cuando las redes sociales se quejan de que las obligan a dar datos privados de sus usuarios, mucho me temo que se quejan con la boca pequeña, porque desde siempre sabemos que el silencio no es la respuesta a la opresión pública. La respuesta es siempre la desinformación, la intoxicación y la falsedad.
O sea, esto que ua contaba el amigo @Iancutris el otro día, con tan buen criterio.
¿Y me quieren hacer creer que ellos no lo saben?
Venga ya.
Como Superviviente por el suicidio de mi hijo he promovido una asociación, Sendas, Asociación Para la Prevención del Suicidio y de la Salud Mental.
Desde hace meses me he dedicado a saber el por qué mi hijo se suicidó, he asistido por necesidad vital a seminarios, jornadas intensivas, he realizado cursos de prevención del suicidio. Hablado con expertos en conductas suicidas, con toda clase de profesionales.
Con todo lo que he aprendido, y aún estoy aprendiendo, y lo relativamente sencillo si el conjunto de la sociedad está concienciada de ello, es posible llegar a evitar un gran número de suicidios en todo tipo de colectivos y de personas vulnerables; me sentí con fuerzas para promover y crear esta Asociación.
El desconocimiento que todos solemos tener, reforzado por los mitos, tabúes y estigmas que nos influyen, y que con un mínimo de conocimientos existe la oportunidad de redirigir las ideaciones suicidas para en muchos casos evitarlas y encauzarlas hacia los profesionales de la salud para que no lleguen a convertirse en un hecho, nos hace pensar que solo un psiquiatra puede con ello... pero no es así. También tienen sus propias limitaciones.
*La prevención del suicidio es de todos*.
Cada 70 minutos se suicida una persona en España. Por cada suicidio consumado hay 20 intentos. Muchos de dichos suicidios son evitables con unas simples actitudes que cualquiera puede aprender y hacer. Y no, en bastantes suicidios no se les ha diagnosticado enfermedad mental alguna.
Sendas, aún está en proceso de asentarse, además, la Agencia Tributaria se está retrasando en enviarnos toda la documentación para poder dar una opción de estabilidad, aunque si ya hubo una comunicación de que todo era correcto. Sin embargo, hemos creado un Canal de WhatsApp para ir informando de lo que somos, lo que hacemos, cual es nuestra actividad junto con otra información genérica. Y en donde además, llegado el momento, solicitaremos colaboraciones o socios o voluntarios, pues hay mucho por hacer.
El Canal de WhatsApp es anónimo y si queréis unirse a él hay que pulsar el texto del enlace que os voy a enviar en que pone "Seguir", en la parte superior derecha.
whatsapp.com/channel/0029VaSzP2W90x2yQmKeQ545
Aún no disponemos ni de página de internet, ni Instagram, ni Facebook, pero ya hay voluntarios que han empezado a desarrollar la página de internet.
Salvemos vidas
Muchas gracias por vuestra atención.
Y si tenéis alguna pregunta, me pongo a vuestra disposición.
Un Superviviente.
'Ya has enviado demasiados enlaces a los mismos sitios. Varía las fuentes, podría ser considerado spam'
Me ha llamado mucho la atención este aviso, que no me ha dejado enviar un enlace de lasexta.com
Especialmente porque no es un medio del que yo haga muchos envíos: llevo 62, de un total de 2480.
Extracto del libro "El Guión" de Robert McKee.
En un mundo perfecto el arte y la política jamás entrarían en contacto. En la realidad, no pueden mantenerse alejados el uno del otro. Por ello, como en todas las cosas, la política acecha en el triángulo narrativo: la política del gusto, la política de los festivales y de los premios, y lo que es aún más importante, la política de lo artístico frente al éxito comercial. Y como en todo lo político, la distorsión de la verdad es mayor en los extremos. Cada uno de nosotros nos identificamos de manera natural con algún punto del triángulo narrativo. El peligro es que, por motivos más ideológicos que personales, nos sintamos tentados a olvidarnos de nuestro instinto y a trabajar en una esquina lejana, cayendo en la trampa de tener que diseñar historias en las que en el fondo no creemos. Pero si analizamos de forma sincera las polémicas a menudo engañosas de una película no nos confundiremos. A lo largo de los años, el principal tema de discordia asociado a la política del cine ha sido el «cine de Hollywood» frente al «cine de arte y ensayo».
Aunque los términos parezcan obsoletos, sus defensores son muy contemporáneos y vocingleros. Tradicionalmente, sus argumentos se han enmarcado en grandes presupuestos frente a presupuestos modestos, efectos especiales frente a composiciones artísticas, las estrellas frente a la interpretación coral, la financiación privada frente al apoyo gubernamental y los pistoleros a sueldo frente a los autores. Pero ocultas tras esos debates se encuentran dos visiones opuestas de la vida. La frontera crucial se extiende a lo largo de la parte inferior del triángulo narrativo: el estancamiento frente al cambio, una contradicción filosófica con profundas implicaciones para el guionista.
Comencemos definiendo los términos: El concepto «película de Hollywood» no incluye El misterio Von Bulow, Distrito 34: Corrupción total, Drugstore Cowboy, Postales desde el filo, Salvador, Un lugar en ninguna parte, Terciopelo azul, Ciudadano Bob Roberts, JFK (Caso abierto), Las amistades peligrosas, El rey pescador, Haz lo que debas o Todos dicen I Love you. Estas películas, y muchas otras, son aclamados éxitos internacionales producidos por los estudios de Hollywood. El turista accidental facturó más de 250 millones de dólares en todo el mundo, superando la recaudación de la mayoría de las películas de acción, aunque no entre dentro de esa definición. El significado político de «película de Hollywood» queda limitado a treinta o cuarenta filmes llenos de efectos especiales y un número parecido de farsas y romances que Hollywood fabrica cada año, mucho menos de la mitad de la producción de dicha ciudad. Una «película de arte y ensayo», en su sentido más amplio, significa «película no hecha en Hollywood», más específicamente, «película extranjera» o incluso si queremos ser aún más precisos, «película europea». Cada año, Europa occidental produce más de cuatrocientas películas, por lo general un número mayor que Hollywood. Sin embargo, el «cine de arte y ensayo» no se refiere a la enorme cantidad de películas europeas que están llenas de acción salpicada de sangre, de pornografía dura o a las farsas repletas de bufonadas.
En el lenguaje de las críticas de los cafés, el «cine de arte y ensayo» (término ridículo si imaginamos una «novela de arte y ensayo» o una «obra de teatro de arte y ensayo») se restringe a ese puñado de películas excelentes como El festín de Babette, El cartero (y Pablo Neruda) u Ocurrió cerca de su casa, en suma, a las que consiguen cruzar el Atlántico.
Todos estos términos fueron acuñados en la contienda de la política cultural y hacen referencia a visiones de la realidad muy diferentes, si no contradictorias. Los cineastas de Hollywood tienden a mostrarse abiertamente optimistas (algunos dirían que rozando el ridículo) respecto a la capacidad que tiene la vida de cambiar –en particular a mejor–. Como consecuencia, para expresar esa visión utilizan la arquitrama y un porcentaje incongruentemente alto de finales felices. Los realizadores extranjeros tienden a mostrarse abiertamente pesimistas (algunos dirían que rozando el ridículo) respecto al cambio, profesando que cuanto más cambia la vida, más sigue igual o peor, más sufrimiento produce. Como consecuencia, para expresar lo fútil, el sin sentido o lo destructivo del cambio, tienden a crear retratos estancados, no-tramas, o minitramas y antitramas extremas con finales tristes. Obviamente se trata de tendencias que cuentan con excepciones a ambos lados del Atlántico, aunque la dicotomía es real y más profunda que los mares que separan al Viejo Continente del Nuevo. Los americanos son fugados de las prisiones de la cultura estancada y de la clase rígida que buscan desesperadamente el cambio.
Cambiamos una y otra vez, intentando encontrar aquello que funciona, si es que lo hay. En Estados Unidos se ha tejido una red de seguridad de un trillón de dólares para la proteger a la Gran Sociedad americana que ahora estamos haciendo pedazos. Por otro lado, el Viejo Continente ha aprendido a lo largo de siglos de duras experiencias a temer un cambio así, porque las transformaciones inevitablemente vienen acompañadas de guerras, hambrunas y caos. El resultado es una actitud polarizada hacia la narrativa: el optimismo ingenuo de Hollywood (que no es ingenuo respecto al cambio sino en su insistencia por producir cambios positivos) frente al pesimismo igualmente ingenuo del cine de arte y ensayo (que no es ingenuo respecto a la condición humana sino en su insistencia en que nunca será más que negativa o estática). Con demasiada frecuencia las películas de Hollywood fuerzan un final feliz por motivos más comerciales que auténticos; con demasiada frecuencia las películas que no se hacen en Hollywood se aferran al lado oscuro más por seguir una moda que por motivos de coherencia. La verdad, como siempre, se encuentra en algún lugar entre ambas posturas.
El enfoque que el cine de arte y ensayo da al conflicto interno atrae a quienes cuentan con titulaciones superiores, porque el mundo interno es donde los muy cultivados pasan gran parte de su tiempo. Pero los minimalistas a menudo sobrevaloran el apetito de incluso las mentes más absortas en sí mismas, ofreciéndoles una dieta compuesta únicamente de conflicto interno. Y lo que es peor incluso, a menudo sobrevaloran su propio talento de autores para expresar lo invisible en la pantalla. De manera similar, los realizadores de películas de acción de Hollywood infravaloran el interés que pueda tener su público por los personajes, por las ideas y por los sentimientos, y peor aún, infravaloran su capacidad para evitar los clichés del género de acción. Dado que las historias de la cinematografía de Hollywood a menudo están plagadas de escenas forzadas y clichés, los directores deben compensarlas con algo que mantenga la atención del público, y echan mano de los efectos transformadores y de las proezas cacofónicas: El quinto elemento. En un sentido similar, y dado que a menudo las historias son flojas o inexistentes en el cine de arte y ensayo, una vez más los directores deben compensarlas con algo. En este caso con una de dos alternativas: con información o con estimulación sensorial. Utilizan escenas llenas de diálogo sobre argumentos políticos, cavilaciones filosóficas y personajes que describen sus emociones más íntimas; o un exuberante diseño en la producción y unas composiciones fotográficas o musicales que complazcan los sentidos de su público: El paciente inglés.
La triste verdad de las guerras políticas del cine contemporáneo es que los excesos tanto del «cine de arte y ensayo» como del «cine de Hollywood» son las dos caras de una misma moneda: la narración se ve obligada a convertirse en una deslumbrante superficie de espectáculo y sonido para distraer al público de lo vacuo y falso de la historia… y en ambas el aburrimiento aparece después, al igual que la noche tras el día. Bajo las controversias políticas respecto a la financiación, la distribución y los premios se encuentra una profunda división cultural, que se refleja en las opuestas visiones del mundo de la arquitrama frente a la minitrama y la antitrama. De historia a historia el guionista se puede mover en cualquier lugar dentro de ese triángulo, aunque la mayoría de nosotros nos sentimos más cómodos en un sitio u otro. Debemos tomar nuestras propias decisiones «políticas» y elegir dónde ubicarnos.
¿Cómo sería la propaganda de un partido creado y financiado por el poder fáctico, pero que no ocultara su naturaleza?
¿Cuáles serían sus eslóganes?
¿La gente lo votaría porque "al menos son sinceros"?
¿Qué otros eslóganes serían posibles?
La televisión es teatro, y en teoría los espectadores diferenciamos con criterio lo que ahí se cuece.
Cuando un tipo en la tele suelta una gracia contra otra persona, me río del ingenio, no de la otra persona. Es un matiz que por desgracia no se suele separar. Cuando la gracieta ya es directa y hasta estúpida, pues te ofende el que la dice.
Tengo el criterio suficiente para pensar por mi cuenta y opinar de la persona "atacada". Es más sabio fijarse en quien habla, pues de la otra persona tengo menos datos directos en ese momento, donde el bromista sí que está mostrándose. De todos modos eso sirve en persona, por televisión u otros medios (como Internet) de poco sirve: hay mucha fachada.
La televisión es un circo, y tomarla en serio es un gran error. Ese el fallo que tenemos todos al discutir/debatir y alterarnos con estos temas.
Supongo que nos va la marcha.
Me consta que en este foro hay unos cuantos escritores, y unos cuantos abogados, así que me quiero dirigir a ellos en un artículo. Yo también, comos sabéis, soy escritor de ficción, y en este caso me parece importante señalarlo.
A menudo en este foro se me llama desalmado por no creerme las versiones de las víctimas y por echar pestes de este sistema judicial nuestro en el que la declaración de la víctima es suficiente para acusar a alguien. No de verdad, no soy un cabrón insensible que quiere que se eche tierra encima abusos sucedidos hace veinte años en un convento, o a un asqueroso magreo indeseado en un portal, o a un insulto o una agresión en una discusión de pareja. Pero quiero, exijo, que sólo se condene con pruebas y no baste la declaración de la víctima.
Me dicen también que para eso están los jueces, para determinar la veracidad de la declaración, para ver si hay incoherencias, para ver si todo encaja y es verosímil.
Y ahí es donde me echo las manos a la cabeza, me acojono, y me dirijo a los dos o tres escritores que conozco en este foro, y les pregunto: pero coño, ¿no nos dedicamos nosotros a eso? ¿No existe una profesión que consiste en generar relatos coherentes, que encajen y no se contradigan? ¿engo que anunciarme para casos de denuncias, paras construirle un buen relato a alguien y que condenen a su oponente por la cara bonita? ¿Hasta eso hemos llegado?
Joder, de verdad: que somos un os cuanrtos, sólo aquí, los que sabemos constrtuir un relato y hasta hemos cobrado un buen dinero por ello. Que hacer un relato creíble de unos hechos no prueba nada. Que el hecho de que el relato sea coherente no lo aleja de la ficción, sino todo lo contrario. ¿Cómo se puede esperar que un escritor, que se dedica a eso, se crea los relatos de los demás?
Claro que no me creo una puta mierda de nadie. Por supuesto que no. Sé lo fácil que es inventar las cosas. Sé lo sencillo que es que las cosas encajen. Sé cómo trazar un personaje y un timing para unos hechos, o no podría escribir novela negra. Por aquí hay quien es guionista de cine y series. Y también sabe. Más le vale, coño, o mejor se va dedicando a otra cosa.
¿Y de lo fino que estés creando ese relato o esa ficción puede depender que a alguien le metan cinco o quince años? ¡¡¡Cómo no me voy a inquietar!!!
Me preocupa, y mucho, que el nivel de la presunción de inocencia haya bajado hasta un límite compatible con escribir relatos para un concurso de pueblo. He sido jurado y de varios y se que hay CIENTOS de personas que los escriben bien. Si un relato bien contado, además de como pasatiempo literario, se admite como prueba en un juicio, estamos verdaderamente jodidos.
Sálvese quien pueda.
Esta red social, que alguna vez fue la cuna de debates enriquecedores y el descubrimiento de noticias fuera del circuito tradicional, está derivando hacia un horizonte menos plural y más uniforme. La realidad y la actualidad, en este espacio, se doblan y torcen de manera interesada, creando un eco distorsionado que resuena en los confines de su propia burbuja.
Y la culpa la tienen los opinadores de izquierdas.
La política de "si lo hacen 'los míos' está bien" permea en las discusiones, creando un entorno donde la autocrítica y el análisis objetivo se desvanecen en favor del apoyo incondicional.
No es exclusivo de Meneame, pero su manifestación en esta plataforma es particularmente ilustrativa de una tendencia más amplia en las redes sociales: la autofagocitación y la marginalidad a la que la han llevado. Meneame se convierte en una cámara de eco de la izquierda. «Vamos a forrarnos hermano»: las conversaciones secretas del caso Mascarillas , ¿Dónde tiene el límite el Partido Popular?
Ejemplos de esta dinámica son variados y polémicos, como el caso Ábalos-Delcy, conocido como "Delcygate", o la propuesta de amnistía a cambio de votos. Estos temas, cargados de implicaciones políticas y éticas.. ¿Son de izquierdas? La autocrítica se ve reemplazada por la justificación a través de la comparación: "mira, mira esos qué malos", o a través de tragar sapos y ruedas de molino para desayunar, comer y cenar.Pero, ¿es esta postura verdaderamente representativa de los valores que se supone que la izquierda defiende?
La creación de cortinas de humo contra el PP, solo sirve para debilitar a la sociedad. Cada vez menos crítica y más dividida, y más cansada de los temas que le son propios, como la gestion publica.
El peligro de este enfoque no es solo la polarización, sino la simplificación excesiva de problemas complejos.Meneame, al transformarse en un altavoz de esto, este "diario.es fabuloso", con más visitas y sin mantener servidores, refleja una realidad preocupante sobre el pensamiento unico a costa del karma al disidente, que hace Meneame irrelevante como medio de información.
MENEAME -más que nunca- ES UN SACO
menéame