Como en esta campaña se está poniendo en tela de juicio el funcionamiento de las elecciones, algo que ya hemos visto con anterioridad en Estados Unidos y en Brasil, me parece conveniente escribir estas líneas sobre cómo ocurren las cosas.
La mayoría de la gente está familiarizada con la parte sencilla del procedimiento, que es el ir al local electoral y depositar los votos en las urnas, pero no tanta lo está con lo que acaece después, así que explicaré la mecánica aunque a quienes hayan sido miembros de mesa electoral no les pille de nuevas.
A las 20:00 se cierra el período de votación y también se cierran los colegios electorales. Quien quiera quedarse a presenciar lo que sucede a posteriori puede hacerlo, que el escrutinio es abierto al público para garantizar la transparencia del proceso.
Hecho esto, los miembros de la mesa proceden con el voto por correo, que ha sido recibido en las mesas a lo largo del día. El presidente de la mesa toma un sobre, lee el nombre del remitente, y el primer vocal comprueba que el nombre esté en el censo de la mesa con una C al lado. Entonces, se procede a abrir el sobre, comprobar la certificación censal, donde consta el DNI, y el vocal segundo anota a esa persona en la lista de votantes. El presidente procede entonces a introducir el voto en la urna. Esta mecánica se repite con todos y cada uno de los sobres.
Una vez acabado el voto por correo, emiten sus sufragios los miembros de la mesa, procediendo como con cualquier elector. Terminado esto, se puede dar por concluida la votación y empezará el escrutinio.
Los miembros de la mesa rompen entonces los precintos de seguridad de las urnas, que en algunos casos son de tipo brida con etiqueta numerada, y en otros son alambres con un pequeño sello de plomo del ayuntamiento.
Viene entonces la parte farragosa, que es el recuento de los votos. En el caso de las elecciones municipales es sencillo, teniendo simplemente que contar papeletas, concepto extensible a elecciones autonómicas y al Congreso de los Diputados. La parte compleja es el recuento del Senado, ya que ahí se marcan las casillas de hasta tres candidatos, pudiendo ser menos los marcados, y pudiendo ser de distintos partidos. La forma habitual de contar los votos a candidatos del Senado es hacer montones con los votos que son a tres miembros de una misma candidatura, y separar las papeletas con votos variados o con menos de lo habitual.
Cuando ya se ha terminado de contar todo, se levantan las actas, quedándose el original la administración, una copia irá en el sobre que lleva el presidente de mesa a la Junta Electoral de Zona, otra irá en el sobre que traslade el funcionario de Correos a la JEZ, una quedará pegada en la puerta del local electoral, y además se le darán copias a los apoderados e interventores que las quieran. No es inusual que en cada mesa se acaben entregando siete u ocho actas entre unas cosas y otras.
Concluido todo este trasiego, el presidente de mesa llevará su sobre a la Junta Electoral de Zona, donde se registrará debidamente tal entrega.
Al tercer día después de las elecciones se reúnen las JEZ para realizar el escrutinio, que es abierto al público y al que habitualmente asisten representantes de las distintas candidaturas, máxime cuando hay algún voto nulo que discutir, que siempre ocurre. La JEZ está formada por tres jueces o magistrados, y dos licenciados en Derecho o Ciencias Políticas escogidos al azar.
¿Y la famosa Indra dónde queda en todo esto?
Mientras se realiza el escrutinio, hay un representante de la administración con una tablet en la cual se contiene una aplicación para introducir los datos que le dan los miembros de las mesas mediante la entrega de actas. Indra lo que hace es crear un sistema de recogida, tabulación, y presentación de datos que permite disponer de resultados fácilmente accesibles e inteligibles.