Murcia lleva gobernada por el PP desde 1995. El resultado es conocido por todos: consejeros autonómicos, alcaldes, directores generales e incluso el expresidente regional Pedro Antonio Sánchez, están procesados por corrupción y muchos de ellos ya condenados. Se robó, se edificó ilegalmente, se malversó y se violó la ley como si no hubiera un mañana, y muchos se forraron con ello. Mientras, la región está a la cabeza de España en subdesarrollo, pobreza, fracaso escolar, precariedad laboral...hasta el punto de que los propios periódicos locales pro-PP, tienen que reconocerlo www.laverdad.es/murcia/familias-monoparentales-region-20181016141309-n
En las últimas elecciones autonómicas, el PP perdió su mayoría absoluta, y pactó con Ciudadanos pese a que en el momento del pacto era vox populi que el futuro presidente, Pedro Antonio Sánchez, iba a ser imputado en las próximas semanas. Pese a que llevábamos 20 años gobernados por una dinastía corrupta, y pese a las evidentes sombras que se cernían sobre el candidato del PP, Ciudadanos le apoyó sin ni siquiera plantearse pactar con el PSOE. Y siguió gobernando el PP.
Al poco tiempo, Pedro Antonio fue imputado y luego procesado. El PP lo sustituyó colocando en su lugar a Fernando López Miras (más conocido como Testafer), un nini sin la menor carrera profesional, que ha vivido desde siempre del PP y cuyas luces son sumamente escasas. Aquí lo tenéis en todo su esplendor www.youtube.com/watch?v=nBY7PMO47ag La idea del PP era que Pedro Antonio siguiera gobernando a través de Testafer y que, si finalmente le absolvían, Testafer dimitiese y volviese Pedro Antonio. Esto no ha sucedido, y terminaremos la legislatura con Testafer, que ya ha anunciado su candidatura para las próximas autonómicas.
Si comparáis el anterior relato con lo sucedido recientemente en Andalucía, podréis observar que a Ciudadanos le da igual que el partido a quien apoya lleve décadas en el gobierno o esté podrido de corrupción. Lo de la corrupción del PSOE andaluz y el largo tiempo que lleva en el poder fueron meras excusas. Simplemente, Ciudadanos es de derechas, y quiere gobernar con la derecha aunque, como sucede en Murcia, esa derecha esté corrompida hasta la médula y haya convertido la región en su decadente feudo. Y aunque esa derecha esté apoyada por la ultraderecha tradicionalista de Vox.
Lo que ha sucedido en Murcia, pasará en todos los lugares de España donde PP, Ciudadanos y Vox sumen, y será irrelevante el nivel de corrupción del PP local o lo fundamentalistas que sean las propuestas de Vox. Debo reconocer que la estrategia de diversificación electoral de la derecha es magistral, pues da una falsa imagen de división que permite atraer a todo votante conservador, incluidos los que sienten aversión por otro de los partidos conservadores. Así, tenemos:
-Ciudadanos: representa a la derecha neoliberal de corte no tradicionalista. La típica derecha que cree en la ley del mercado por encima de todas las cosas e independientemente del sufrimiento o la exclusión que produzca. A la vez, los votantes encuadrados en esta derecha suelen sentir desprecio hacia las tradiciones arcaicas que encarna el nacionalcatolicismo (imposición de principios religiosos en la vida pública, sumisión de la mujer, etc).
-Vox: también son neoliberales en lo económico hasta el punto de querer fulminar los impuestos a los más ricos y cargarse las pocas medidas redistributivas de riqueza que tenemos en España, pero su bandera es el tradicionalismo más rancio (Dios, patria y rey).
-PP: Hasta hace unos años, la casa común de la derecha. Abarca tanto a gente de la derecha neoliberal no tradicionalista como a tradicionalistas que no han huido asqueados por la corrupción.
La estrategia es perfecta, siempre que Ciudadanos y Vox se manifiesten, de cara a la galería, odio eterno, porque de lo contrario los votantes centristas de Ciudadanos huirían al PSOE o se abstendrían. Por eso los líderes de Ciudadanos hacen un teatro que se resume en dividir un folio en dos. El folio del acuerdo de la derecha se divide en dos partes. Una la firman Ciudadanos y PP. La otra PP y Vox. Y como los puntos de Vox no están en el papel de Ciudadanos (aunque estén en otro papel de idéntico valor) Ciudadanos puede decir que su pacto originario sigue intacto y que, aunque sume sus votos a Vox, lo hacen sin hablarse y por tanto no son aliados.
A esto se suma la clásica triquiñuela de enarbolar la bandera tribal (Cataluña, feminazis, moros malos que delinquen y llevan velo por la calle...) para que la gente la mire mientras le roban la cartera bajando los impuestos a los más ricos, generalizando la explotación laboral y destruyendo prestaciones sociales.
Lo más triste es que les va a funcionar.