La funesta manía de hablar en general, de clases medias impide ver que desde el punto de vista político tal cosa ni existe ni sirve para entender un ápice. Al menos en la Comunidad de Madrid, cada vez más segmentada, más polarizada entre el norte geográfico y económico y el sur depauperado.
Hay aquí una clase media-alta, cuyo envidiado nivel de vida no depende principalmente de un sueldo sino de rentas inmobiliarias, dividendos, beneficios empresariales, localizadas en urbanizaciones como Mirasierra, La Moraleja, o ya fuera de Madrid en urbanizaciones exclusivas de la carretera de Burgos o la Coruña. Hay por debajo clases media acomodadas, que sí dependen mayoritariamente ( aunque no exclusivamente) de rentas por trabajo, pequeños o medianos ejecutivos, autónomos exitosos, altos funcionarios, técnicos muy cualificados como pilotos, abogados o ingenieros.
Y hay una amplia clase media , menguante, de mandos intermedios del sector servicios, funcionarios, autónomos cuya frontera difusa con las clases más desfavorecidas se endurece o permea en función de los vaivenes de las cíclicas crisis capitalistas.
En las dos primera categorías nada le puede ofrecer la izquierda, y menos aún Unidas Podemos. Son esas clases la manufactura acabada del enorme experimento de ingeniería social en el que el PP de Esperanza Aguirre salió exitosa tras catorce años de transformación político, urbanística, cultural de la Comunidad de Madrid, tal como comenté ya en este texto: www.meneame.net/m/Artículos/madrid-bien-vale-punica: Son el estrato social ganador de su apuesta liberal. Su producto final, su trofeo.
En las amplias urbanizaciones de pisos que superan los 150 m2, con piscina, jardines y pistas de pádel, adosados, pareados de Majadahonda , Las Rozas, Montecarmelo, Arturo Soria el voto a las listas de UP es un ejemplar en vías de extinción, el apoyo abierto a sus posiciones un exotismo a veces de riesgo. El mensaje liberal no sólo ha penetrado, ha conformado elecciones de vida, hábitos, decisiones: los niños se llevan a colegios concertados, quien puede se permite un seguro privado de salud adicional a la deficiente sanidad pública.
El discurso meritocrático de la izquierda lo llevan de suyo. Les deja fríos, al fin y al cabo, los colegios, las universidades privadas, los contactos laborales y familiares, las afinidades electivas que decía el otro, ya fluidifican el desafío fundamental de encontrar un buen trabajo, uno acorde a su aspiración de reproducir su posición de clase. La defensa de lo público les es igualmente indiferente.
El poso que queda en la taza del café que les ofrece la izquierda , oreado e interpretado por los medios de comunicación que consumen habitualmente es el de las ayudas y los beneficios sociales a los menos favorecidos. Es decir a los que ellos nunca serán, se parecerán, ni jamás se plantearán que compartan algo más allá de cuatro derechos básicos y la limpieza de la casa, unos del lado del empleador, otro del que limpia. O la mesa de restaurante, ellos de pié y de uniforme, nosotros sentados.
Leídas en términos racionales de coste-beneficio , las ideas de la izquierda para esta gente son un producto sin mercado, paja mojada, más impuestos quizá para financiar esas ayudas a los de abajo, moralina, demagogia para conseguir esos votos menesterosos. Quizá algunas mujeres se puedan sentir apeladas por el feminismo militante, está bien. Pero al final lo que decide es lo mollar, la reproducción de clase y lo que puede garantizarla.
Pero ni siquiera es un problema de contenido de discurso, es su aceptabilidad como mensaje, siquiera el derecho a circular en estos grupos sociales del discurso político de Podemos ( o de Más Madrid, da igual) lo que está aún más negado porque la incesante campaña de los medios contrarios a la nueva izquierda ( es decir, en Madrid, prácticamente todos) ha alcanzado sus últimos objetivos.
No solo han conseguido, como se buscó allá por 2015 y 2016 el objetivo de encapsular a la nueva izquierda al convertirla en un apestado político, unos partidos que estan fuera de límites, de esos que dan derecho a un trato “institucional” . Lo ha convertido en lo que proponía Joseph Goebbels en su punto uno de la propaganda política
“ Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; construir al contrario en un enemigo único".
El enemigo principal, el estafermo a golpear, el dedo que apunta a la luna, la carnaza que sirve para desviar cualquier otra discusión que no interese hacia el cebo demonizado, convertido en caricatura, parodia, disparador automático de insultos y chistes, sumidero de odios y negación. Su mensaje tiene un viaje imposible, porque es el emisor del mensaje el que ha sido degradado hasta el punto de que cualquier emisión suya lleva la marca de nacimiento de lo despreciable.
Es para mí evidente que Manuela Carmena, Iñigo Errejón y el resto de Más Madrid eran perfectamente conscientes del efecto mortificador, venenoso de la cercanía de Podemos a sus opciones de renovar la alcaldía de la capital. Así se explica la maniobra (éticamente muy dudosa, tácticamente desastrosa) de dejar con el culo al aire a Podemos en la capital a pocas semanas de las elecciones y constituir a toda prisa una candidatura alternativa. El esfuerzo no rindió sus frutos porque ellos también habían sido el objetivo de la destrucción de la imagen cívica, de su aceptabilidad por parte de los medios de la derecha ( “no te lo perdonaré jamás Carmena”). La derecha española no hace prisioneros, ni aprecia los matices. La política municipal , templada y no desequilibrada territorialmente pero embrionaria de Carmena, no tuvo réditos porque sin medios de comunicación afines hoy en día es casi imposible comunicar un relato que proyecte hacia el futuro una nueva forma de gestionar nada, como una gran ciudad.
En todo caso las razones de la derrota de Carmena son más complejas y algo deje escrito aquí: www.meneame.net/story/arriesgada-apuesta-carmena-salio-mal
Es por tanto esta exitosa ingeniería sociopolitica de la derecha la que hace posible que personajes como Isabel Diaz Ayuso estén para estupefacción de todos empezando por la interesada, donde está ahora. Pero aún más allá, este hábil modelado sociológico ha determinado el impacto desigual de la pandemia. Cómo el riesgo de infección sigue la misma traza nítida que la riqueza y las oportunidades, cómo en los barrios acomodados, en este agosto las calles aún permanecen casi desiertas, los ordenadores parpadean en cada casa teletrabajando a salvo del contacto con los otros, los solitarios automóviles llevan a su destino a salvo a sus propietarios, los restaurantes extienden sus terrazas por las anchas aceras, mientras que en los barrios madrileños más azotados por la pandemia ( Usera, Carabanchel, Vallecas) las calles rebosan de viandantes, la población inmigrante que habita esos barrios debido a los precios de los alquileres se hacina en pequeños pisos. Trabajadores ( españoles o no) de hostelería, de limpieza, y ( cáspita) de servicios sociales privatizados o concertados como las residencias de mayores no sueñan siquiera con teletrabajar. Ancianos con pequeñas pensiones están obligados a usar masivamente el transporte público. Población sea cual sea su origen que no puede huir a segundas residencias o vacacionar semanas fuera de la caldera vírica madrileña.
Vista la terrible gestión de Ayuso en lo que a ella concierne de la crisis sanitaria ( la gestión del gobierno central está siendo apenas un poco mejor, para nuestra colectiva desgracia) uno podría permitirse la maldad, la repugnante sospecha de que el equipo gestor de Ayuso es consciente de la desigualdad pandémica fruto de la desigualdad socioeconómica. Uno, miserablemente , podría imaginar que entendiendo que sus principales graneros de voto serán los menos afectados , y que en todo caso, son gente con posibles para permitirse aislamientos, test privados y teletrabajos, el equipo gobernante se puede ahorrar los enormes costes de montar servicios eficientes de rastreo, triplicar plantillas en la seguridad social pública, reabrir ambulatorios o cualquier otra medida que desde hace semanas se le reclaman y se ha resistido como gata panza arriba a asumir. Y con los sustanciales ahorros así obtenidos proponer dentro de unos meses una nueva bajada de impuestos ¡ figúrense el golpe, el impacto mediático, mientras el socialista Sánchez y los demás gestores autonómicos se ven obligados a subir impuestos, llega el paraíso thatcheriano madrileño y los baja ! ¡qué semanas y semanas de titulares, qué martillo. que digo martillo, qué puntilla de desnucar tertulianos de izquierdas en las televisiones y radios del Luxemburgo mesetario ! pero quizá yo, sólo yo, sea un cínico sin escrúpulos. Ni que fuera liberal.
Pido perdón. No, está idea mía es disparatada, peor, es una imbecilidad. Porque qué pasará cuando esas limpiadoras infectadas, asintomáticas o no ( de hay algo hay que comer, señora ) que de Usera, de Móstoles y Leganés suban a limpiar los adosados de las urbanizaciones, cuando estas auxiliares de Vallecas o Usera acudan a su puesto de trabajo en las caras residencias privadas de ancianos, cuando esos camareros de Orcasitas o Parla te sirvan en un restaurante nocturno a la vuelta de septiembre?
Nadie puede ser tan ignorante, tan necio, como para que no haya pensado en esto tan sencillo: que el norte necesita para ser tan rico y satisfecho del pobre sur, de la habilidad de sus manos, de su aliento y de la salud de sus cuerpos.